Una vida entera puede resumirse en una serie de decisiones que, al final, marcan lo que se hubiera hecho diferente. Un estudio de Harvard que ha seguido a varias generaciones durante 85 años revela que el arrepentimiento más común entre las mujeres es haber vivido en función de las opiniones ajenas en lugar de sus propios deseos.
Según el psiquiatra Robert Waldinger, director de la investigación, este pesar representa un conflicto profundo entre la identidad personal y las expectativas externas, dejando una marca significativa en el bienestar emocional de las mujeres al llegar a la vejez.
Esta tendencia se traduce en una falta de autenticidad, un sacrificio personal para cumplir con expectativas externas y la omisión de aspiraciones propias. Al reflexionar sobre estos años, muchas mujeres expresaron que podrían haber sido más felices si se hubieran permitido vivir según sus propios deseos y metas, sin dar tanta importancia a las críticas o juicios externos.
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Según Waldinger, este tipo de arrepentimiento resalta un conflicto profundo entre la identidad personal y las expectativas sociales, lo que afecta no solo el crecimiento personal, sino también la estabilidad emocional y el sentido de satisfacción al final de la vida.
El hábito que impulsa la felicidad de las mujeres
Además de los arrepentimientos, el estudio de Harvard y otras investigaciones recientes sugieren prácticas simples que podrían aumentar la calidad de vida y la longevidad de las mujeres. Una de estas es la llamada caminata de gratitud, promovida por el experto en bienestar de Harvard Arthur Brooks, es una práctica recomendada para aumentar la felicidad y mejorar la salud emocional, especialmente en mujeres. Este hábito combina los beneficios físicos de una caminata diaria con el ejercicio de la gratitud, logrando una potente fórmula para reducir el estrés, fomentar el optimismo y mejorar la calidad de vida.
La caminata de gratitud consiste en realizar un paseo diario mientras se reflexiona sobre los aspectos positivos de la vida, desde experiencias personales hasta las personas cercanas y los momentos de belleza cotidiana. La ciencia respalda estos efectos: según estudios recientes de la Universidad de Buffalo y la Universidad de Harvard, esta combinación de gratitud y ejercicio se asocia con un menor riesgo de mortalidad y una vida más larga y saludable.
El estudio publicado en JAMA Psychiatry por la investigadora Ying Chen, del Programa de Prosperidad Humana de Harvard, muestra que practicar la gratitud tiene efectos protectores contra el estrés y las emociones negativas, claves para una mejor salud mental y física. La investigación, que siguió a más de 49.000 mujeres mayores en Estados Unidos, observó que aquellas que practicaban la gratitud regularmente tenían un riesgo significativamente menor de mortalidad. Chen sugiere que incluso gestos simples, como escribir o reflexionar unas veces a la semana sobre aquello por lo que se está agradecido, pueden tener un impacto positivo en la longevidad.
Brooks, por su parte, detalla dos formas populares de practicar la caminata de gratitud. La primera consiste en vincular cada paso con pensamientos de agradecimiento, manteniendo un ritmo continuo que ayuda a reducir la ansiedad y a disfrutar del momento presente. La segunda opción es hacerlo a un ritmo más pausado, tomando descansos para reflexionar más profundamente o escribir en un diario de gratitud. Según Brooks, este último método permite una conexión más profunda con los pensamientos y ofrece la oportunidad de revisitar esos momentos de gratitud en el futuro, ampliando los beneficios emocionales de la práctica.
Además de promover la longevidad y la salud, la caminata de gratitud ayuda a fortalecer las relaciones interpersonales y a mejorar el bienestar general. Como afirman Brooks y otros expertos, al reconocer los aspectos positivos de la vida y de quienes nos rodean, las personas tienden a cultivar una actitud más positiva y resiliente frente a los desafíos, lo que puede influir de manera notable en la felicidad.
Infobae
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